25. ABRIL. 2014
PONGÁMOSLE FECHA DE CADUCIDAD A LA BRECHA
DIGITAL
Brechas, vulgarmente denominadas rajas, boquetes,
grietas, hendiduras, resquicios, quebraduras, huecos, rendijas, aberturas o
fisuras, pero brechas al fin y al cabo.
En el mundo hay abiertas muchas brechas; riqueza y
pobreza, países desarrollados y en vías de desarrollo, primer y tercer mundo,…
pero la tecnológica es, probablemente, una de las más acentuadas con más
repercusión de la que pocos hablan.
Si hay algo que nos une y a la vez nos separa, eso es internet. ¿Alguna vez
os habéis replanteado las millones de personas que se encuentran
interconectadas a través de la red? ¿Cuántos clicks se pueden llegar a realizar
a lo largo de un simple día en las infinitas páginas web? ¿Cuántos somos
“víctimas” de las redes sociales? Pero por el contrario… ¿puede haber
desigualdad en la red? ¿Os habéis planteado cuántas personas son las que sufren
esta exclusión digital? Pues bien, de esto es de lo que habla el concepto
conocido como “brecha digital”.
Brecha digital, o también conocido como “fractura
digital”, es una expresión que hace referencia a la diferencia socioeconómica
entre las comunidades que tienen acceso a los beneficios de la Sociedad de la
Información y aquellas que no. No obstante, tales desigualdades también se
pueden referir a todas las tecnologías de la información y la comunicación
(TIC). Además, se utiliza en ocasiones para señalar las diferencias entre los
grupos que tienen acceso a contenidos digitales de calidad y aquellos que no.
El término opuesto que se emplea con más frecuencia es el de inclusión digital.
Estas diferencias pueden ser consecuencia de los
niveles de recursos, alfabetización, carencias y problemas de accesibilidad a
la tecnología con los que cuenta una sociedad determinada.
Se considera que los sectores que no tienen acceso a
internet, están en desventaja frente al resto de su población que sí tiene. Las
estadísticas revelan que los grupos menos favorecidos son los que tienen menor
acceso a la red, lo cual muestra que esta condición es sólo una expresión más
de la marginación socioeconómica real.
Tanto es así que unas 4.500 millones de personas
sufren los efectos negativos de la brecha digital, lo que significa que dos
tercios de la población mundial no tienen todavía acceso a la mayor fuente de
información y de datos del mundo: Internet.
De los
tres tipos que se distinguen en relación a este fenómeno (acceso, uso y calidad
de uso), es sin duda la dificultad de acceso la que se encuentra más vulnerada
por la sociedad actual. Es en este preciso momento donde la disponibilidad de
los recursos juega un papel indispensable para el acrecentamiento o reducción
de esta famosa brecha digital. La diferencia entre las personas que pueden
optar a la oportunidad de tener acceso a las TIC o la dificultad que una
persona puede llegar a tener para disponer de una computadora conectada a
Internet, son obstáculos clave que se deben diluir para terminar
definitivamente con esta injusticia social.
Al margen de las repercusiones sociales, este
desajuste supone, entre otras cosas, una opaca y resistente barrera de cara al
mundo laboral. La falta de acceso, y por consiguiente, conocimientos acerca de
los contenidos informáticos se convierte en un impedimento a la hora de optar a
un puesto trabajo. Hoy en día y habida cuenta del ambiente que se respira en el
sector del trabajo, dominar el mundo tecnológico se ha transformado en un
requisito innegociable que cierra las puertas a más de uno del ámbito profesional.
Ya no sólo hablando del ámbito laboral; no hay que
olvidar a aquellas personas que no pueden estar conectados a Internet. Dejar
que estas personas permanezcan a la sombra en esto de las tecnologías es también
un signo determinante de exclusión a nivel social. Esta idea puede llegar a
sonar exagerada, pero lo cierto es que actualmente en la era digital en la que
estamos, Internet es uno de los puntos clave para adquirir información y poder
contrastarla de tal manera que nos permite saber qué es lo que está ocurriendo
en cualquier parte del mundo.
Si bien es cierto que pocas son los posibles remedios
para disminuir este impacto en la brecha digital, una tímida pero eficiente
solución podría ser la impartición de cursos formativos, así como la
instalación de zonas con acceso a Internet con el fin de aumentar el elenco de
oportunidades sobre cómo manejar las TIC.
Hasta aquí podemos leer, pero sin duda alguna os
invitamos a seguir informándoos sobre este tema que todavía no es muy
comentado. Para concluir nos gustaría citar una frase de Mathew Ingram que invita a
la reflexión: “Los coches pueden no ser un derecho, pero la posibilidad de moverte con
libertad ciertamente lo es. Internet es más como el sistema de carreteras que
como un coche.”
Referencias bibliográficas
ARTÍCULO REALIZADO POR:
GRUPO 122;
TEORÍA DE LOS VIERNES
Ana Platero de Prádena
Irene Martínez Moruno
Marina García Benito
Marina.garciabenito@hotmail.com

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